domingo, 22 de mayo de 2011

Sushi en Oporto - Restaurante Sumo Cais

Lo sé, lo sé, ¡¡somos incorregibles!! Pero qué vamos a hacerle, si los restaurantes japoneses nos pierden... Además íbamos en busca de un restaurante bonito para cenar, y descubrimos este en Gaia, con vistas al Duero. Ninguno de los camareros era asiático, más bien diría que centroeuropeos, pero el sushi estaba buenísimo. Nos pusimos morados y pedimos más de lo que pudimos comernos. ¡Qué glotones...!

Entrante que sirven, para ir abriendo el apetito mientras sacan la cena.
Los makis grandes son la especialidad de la casa. No caben en la boca (al menos en la mía), pero están muyyy buenos.
Así que para los que tengan mono de sushi por aquí, busquen un restaurante bonito y romántico con vistas (como aquí se cena pronto, cuando empiezas es de día y cuando terminas es de noche, así que aprecias todos los planos del Duero), o simplemente tengan una celebración especial (no es precisamente barato), ¡¡lo recomendamos!!

¡Muak!


domingo, 8 de mayo de 2011

Francesinhas

Ayer escribiendo sobre las gaviotas y el paseo de las 10 para bajar la comida, pensé que era indispensable hacer una entrada referente a las francesinhas, plato típico de Oporto.

Dice la vox populis que el mejor sitio de todo Porto para comer una francesinha es el Café Santiago. Allí dirigimos nuestros pasos.

La francesinha consiste, en su esencia, en un sanwich, al menos en el sentido de que "la sustancia" está entre dos trozos de pan de molde. Entre estos dos panecillos, encontramos varios pisos: salchichas abajo del todo, luego un filete de ternera, después embutido (contamos seis capas de distintos embutidos), y finalmente queso fundido. Por fuera del pan de molde, envolviendo el bocadillo, van varias lonchas de queso gouda gratinado, y encima del queso gouda, coronando la obra, puede elegirse un huevo a la plancha, como hizo Cheve (yo fui más comedida y lo pedí sin huevo).

Todo se adereza con una salsa picante especial que se hace con licor, según tengo entendido, y se rodea de patatas. Recomiendan acompañarla de un buen litro de cerveza, pero como a nosotros no nos va mucho nos saltamos el consejo. 

Francesinha sin huevo

Hay que decir que si no sabes en qué consiste, a primera vista puede no resultar muy intimidante. En primer lugar, porque allá donde vayas hay gente de todo tipo comiéndolas (familias, grupos de amigos...), y en segundo lugar porque la apariencia de "bloque de quesito" (grande pero tierno) engaña. Pero, ¡ah, amigo!, cuando le metes el cuchillo ¡¡¡y te das cuenta de que apenas puedes cortarlo!!! 

Sobra decir que yo no pude con él (ese día precisamente ya habíamos comido bastante a medio día), aunque mi campeón sí que se lo acabó todo (con gran esfuerzo).

Tras dos días de digestión, puedo afirmar que es comida basura, una fiesta salvaje de proteínas, una hamburguesa a lo bestia. Y también, que si viajas a Porto, no puedes irte sin probarlo. Está muy bueno.


Eso sí, ¡id con hambre!

sábado, 7 de mayo de 2011

Las gaviotas de Oporto

Esta es una entrada de interés general para todos los que piensen visitar Oporto y salir de noche.

Aquí, como buena ciudad costera, además de las consabidas palomas, cuentan con una importante colonia de gaviotas urbanas. De esas que comen basurilla y se pelean con las palomas por lo que los viandantes les echan. El número de ambos grupos es similar, quizás algo más escaso el de las gaviotas, pero como son más grandes pues compensan.

Al grano. El tema que me ocupa hoy, y no es baladí, es esa "hora punta" de las 10 de la noche, en la que bandadas de gaviotas levantan el vuelo por la ciudad buscando (supongo) un lugar donde dormir. En el ajetreo de estar todas juntas, se persiguen unas a otras por el cielo, cambian de dirección aleatoriamente y sueltan esos grititos con los que parecen estar riéndose. 

Ayer a esa hora, mi amado y yo nos dirigíamos por la Rua do Passos Manuel hacia la Praça da Liberdade (en busca de un café-bar típico de esta nuestra actual ciudad, y con la esperanza de bajar con el paseo la tremenda "francesinha" que nos habíamos metido entre pecho y espalda), cuando apreciamos que el cielo se llenaba de gaviotas. "¡Que bonito!", pensó una servidora, levantando la vista al cielo y observando las grandes aves blancas recortándose contra el cielo nocturno...

Pero fueron sólo un par de segundos. Tras esta hermosa imagen, cual refugiada de guerra en pleno bombardeo, me lancé en plancha hacia la escasa protección que brindaba un tejadillo de una boutique de Zara, arrastrando a mi sorprendido enamorado por el brazo. Pues lo que las decenas de gaviotas nos regalaban desde el cielo entre carcajadas no eran bebés (como las cigüeñas), ni monedas (como los leprechauns), si no, señoras y señores, tremendas cagadas a decenas, que caían con fuerza de misil y racheadas según la dirección de vuelo de su emisor.


Están avisados.