Ayer escribiendo sobre las gaviotas y el paseo de las 10 para bajar la comida, pensé que era indispensable hacer una entrada referente a las francesinhas, plato típico de Oporto.
Dice la vox populis que el mejor sitio de todo Porto para comer una francesinha es el Café Santiago. Allí dirigimos nuestros pasos.
La francesinha consiste, en su esencia, en un sanwich, al menos en el sentido de que "la sustancia" está entre dos trozos de pan de molde. Entre estos dos panecillos, encontramos varios pisos: salchichas abajo del todo, luego un filete de ternera, después embutido (contamos seis capas de distintos embutidos), y finalmente queso fundido. Por fuera del pan de molde, envolviendo el bocadillo, van varias lonchas de queso gouda gratinado, y encima del queso gouda, coronando la obra, puede elegirse un huevo a la plancha, como hizo Cheve (yo fui más comedida y lo pedí sin huevo).
Todo se adereza con una salsa picante especial que se hace con licor, según tengo entendido, y se rodea de patatas. Recomiendan acompañarla de un buen litro de cerveza, pero como a nosotros no nos va mucho nos saltamos el consejo.
|
Francesinha sin huevo |
Hay que decir que si no sabes en qué consiste, a primera vista puede no resultar muy intimidante. En primer lugar, porque allá donde vayas hay gente de todo tipo comiéndolas (familias, grupos de amigos...), y en segundo lugar porque la apariencia de "bloque de quesito" (grande pero tierno) engaña. Pero, ¡ah, amigo!, cuando le metes el cuchillo ¡¡¡y te das cuenta de que apenas puedes cortarlo!!!
Sobra decir que yo no pude con él (ese día precisamente ya habíamos comido bastante a medio día), aunque mi campeón sí que se lo acabó todo (con gran esfuerzo).
Tras dos días de digestión, puedo afirmar que es comida basura, una fiesta salvaje de proteínas, una hamburguesa a lo bestia. Y también, que si viajas a Porto, no puedes irte sin probarlo. Está muy bueno.
Eso sí, ¡id con hambre!