¡Ya estamos aquí!
Hoy es el segundo día, ya tenemos toda la compra de casa necesaria para la supervivencia (a saber: bayeta de cocina, gel de ducha y comida en la nevera) y otras de puro vicio (¡panna cotta!). Tenemos al ladito de casa dos supermercados: uno típico de aquí (Pingo Doce) y el Día de toda la vida, pero que aquí se llama de otra manera (Miniprecio%). El pan rallado no existe en el Pingo, el aceite es una porquería (solo para freidora o de girasol), y el azúcar está agotado permanentemente, así que divide y vencerás: en el Día tienen de todo eso. Además así hemos descubierto que la carne del Día aquí está mas buena y más barata que la del Pingo... o es que es más española jejeje.
Bueno, ¡basta de marujadas! De momento, Oporto me gusta mucho. Estamos en la parte antigua-bohemia de la ciudad, no muy lejos del Duero. Las calles son estrechas y viejas, empedradas, y las fachadas son decadentes, del siglo pasado. Oporto es todo cuestas, con las maletas fue un horror, pero es el segundo día y ya me voy haciendo. Los semáforos son tercermundistas, los de los coches son de los antiguos, y para a los peatones se nos ponga en verde, en la mayor parte de los cruces hay que darle a un botón y esperar. Así que la mayor parte de la gente de aquí cruza como le sale del pie, y nosotros estamos entrenando en este deporte.
Los lusos son sorprendentemente amables, y excepto algunos con acento muy cerrado, no es que sea fácil entenderlos, pero intuyes lo que quieren decirte. Lo mismo les pasa con nosotros, creo. De todas formas, vamos aprendiendo algunas palabras :) Lo más difícil ha sido comprar unas tijeras de cocina: el tendero era más bien anciano, y de acento cerrado. Al final, Cheve le ha dibujado unas tijeras y un filete en una libreta y con eso ya nos hemos entendido jajaj XD
Hay muchísimos comercios de barrio, y muchos centros comerciales pequeños y algo cutres. También abundan farmacias y bares-restaurantes viejos y típicos. El primer día que llegamos comimos en uno, 5 euros por un plato, bebida y postre o té. La sopa era opcional (y gratis), así que también cogimos, porque un plato sólo nos parecía poco... ¡¡¡ja!!! Pedazo de sopa de col y otras verduras, densa, y un enorme plato con tres sardinas como tiburones pequeños, ensalada, patatas... no pudimos con todo.
El piso es pequeñito pero está muy bien, y enseguida nos hemos "apoderado" de él. Únicamente le falta algo de almacenamiento (el armario tiene barra y perchas, pero no baldas ni cajones, así que las camisetas de momento están apiladas en una mesa), pero estamos a la busca y captura de una cajonera barata y una vez que se solucione esto, lo tendremos todo en orden.
En fin, no cuento mucho más. ¡Al fin ha empezado la aventura de este año! :)
¡Un beso!
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